Con la apertura comercial impulsada por la Organización Mundial del Comercio desde la década de los 90, las naciones del mundo se han visto compelidas a entrar en un proceso de fronteras abiertas, para una inmensidad de bienes y servicios que sus respectivos aparatos productivos no están en capacidad de generar. República Dominicana, con una capacidad de consumo que representa un poco más de 9 millones de consumidores, tendrá en lo adelante, no sólo la ventaja de competir con sus productos en el mercado de los Estados Unidos, sino que tendrá acceso al mercado centroamericano, que se estima en poco menos de 60 millones de consumidores.
La entrada en vigencia del DR-CAFTA se traduce en beneficios, en términos prácticos, para los dominicanos y dominicanas, quienes tendrán una gama de ofertas de bienes y servicios estadounidenses y centroamericanos, de lo que se derivaría una reducción de sus precios, pues entrarán al mercado dominicano sin el pago de aranceles. Si ciertamente esto es beneficioso para los consumidores, representa un desafío para los productores nacionales, pues entran en un mundo más competitivo que en las condiciones actuales. Esto les obliga a mejorar la producción y la productividad, para ser más atractivos en el mercado local y en los dos mercados de los que son socios. Otro elemento significativo de este anuncio lo representa el hecho de que los esfuerzos para la firma y puesta en vigor de este acuerdo comercial fueron impulsados por dos administraciones de gobierno diferentes, lo que pone en relieve el principio de continuidad del Estado, provecho de las ventajas del DRCAFTA y enfrentar con optimismo los desafíos que puedan sobrevenir.
Fuente: El Diario a Diario
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